La obesidad se ha convertido en una pandemia en nuestra sociedad. A pesar de que afecta en todas las edades, en personas mayores puede aumentar el riesgo de enfermedades y disminuir considerablemente su calidad de vida.
La obesidad ya es considerada un problema de salud pública en gran parte del mundo, y Chile no es la excepción. Ya la última Encuesta Nacional de Salud (2017) reveló que un 39.8% de la población tiene sobrepeso, un 31.2% tiene obesidad y un 3.2% tiene obesidad mórbida; vale decir, casi tres de cada cuatro chilenos presentan algún grado de malnutrición por exceso. Y a pesar de que tenemos a las niñas y niños más obesos de América Latina, de acuerdo con un reciente estudio de la revista médica The Lancet, hay otros grupos vulnerables que se están viendo fuertemente afectados, como las personas mayores.
De hecho, según un informe de la Federación Mundial de la Obesidad presentado ante las Naciones Unidas, se proyecta que el 43% de los adultos en Chile tendrá obesidad para el año 2035. “En términos clínicos, la obesidad se define como un índice de masa corporal (IMC) superior a 30 kg/m2. Sin embargo, en adultos mayores el IMC no es tan buen predictor de riesgo dado que, en ocasiones, IMC cercanos a 30 podrían no aumentar necesariamente el riesgo de complicaciones. Por esto, es importante una evaluación completa y especializada para cada edad”, asevera Magdalena Galarce, médica de servicios clínicos y farmacéuticos de Farmacias Ahumada.
“Una de las complicaciones más importantes de la obesidad en esta etapa es el síndrome metabólico. Esta agrupación de factores de riesgo, que incluye un aumento de la circunferencia de la cintura, hipertensión, dislipidemia e intolerancia a la glucosa, aumenta la probabilidad de diabetes, enfermedad cardiovascular y mortalidad. La obesidad puede estresar las articulaciones y provocar disfunción articular y deterioro de la movilidad, así como disfunción pulmonar y apnea obstructiva del sueño. También algunos cánceres se asocian con índices de masa corporal más elevados, como el de mama, el de útero, el de colon y la leucemia”, agrega la profesional. Sin embargo, la salud cerebral y la función cognitiva también se ven afectadas por la obesidad. Un estudio realizado por la revista JAMA Network Open descubrió que el exceso de grasa, y especialmente la grasa abdominal, se asoció con puntajes más bajos en pruebas cognitivas.
Asimismo, la calidad de vida se ve fuertemente perjudicada por el sobrepeso. Es común que este grupo presente sarcopenia, un síndrome que disminuye la masa muscular, la fuerza y el rendimiento muscular, ligado directamente al envejecimiento. Para la profesional, “esto repercute en el nivel de vida, ya que la masa muscular también es clave en la preservación de la masa ósea. Con sobrepeso, músculos y huesos débiles, estas personas pueden tener importantes problemas de movilidad, mayor riesgo de fracturas e, incluso, el peligro de quedar postrados y dependientes”.
Causas y prevención
Para Galarce, algunas de las causas de la obesidad en esta etapa son la alteración en la composición corporal asociada al envejecimiento (la masa muscular, por ejemplo, disminuye un 40% entre los 20 y los 70 años), la disminución del gasto energético y de la tasa metabólica en reposo (disminuye un 2-3% por década), junto con la reducción de la actividad física y el aumento del tiempo sedentario y los cambios endocrinológicos que se producen con el envejecimiento que también desempeñan un papel en la fisiopatología de la obesidad, incluida una disminución de la hormona del crecimiento, la testosterona, además de la resistencia a la leptina y la insulina.
Por esto, es clave la práctica de alguna actividad física. “El ejercicio no sólo evitará el sobrepeso, sino que también mejorará la circulación, la oxigenación, la musculatura y el estado general (físico y psicológico) de la persona mayor. Pero es muy importante tener en cuenta que, al tener una edad más avanzada, hay que extremar las precauciones respecto al tipo de ejercicio que pueden realizar, por lo que es recomendable asesorarse por el médico o un kinesiólogo para ver la forma más segura de hacerlo”, recalca la profesional.
Por supuesto que una buena alimentación también es fundamental para mantener un peso saludable. En este caso, Galarce subraya que esto no significa renunciar a todo lo que nos gusta, sino a administrar bien los alimentos que consumimos. “De esta manera, aumentar el consumo de frutas, verduras y, sobre todo, proteínas (provenientes de carnes magras y pescado) va a ayudar a conseguir una mejora rápida y eficiente en el peso. Sin embargo, cuando se presenta sarcopenia, es necesario aumentar la ingesta de proteínas o suplementos HMB, que inhiben la degradación proteica, preservando las células musculares”.
Ahora, en el caso de los adultos con dependencia, es especialmente importante que su alimentación esté indicada y regulada por el profesional tratante, ya que dependerá de la patología las necesidades nutricionales del paciente.
Por último, no podemos olvidar los controles periódicos con el médico, ya que los cambios de peso no son recomendables a edades avanzadas. Además, con estas revisiones, el médico podrá determinar si existe algún tipo de patología o problema de salud que pueda estar afectando negativamente al peso de una persona mayor.
Especialmente en esta etapa, la obesidad no puede ser vista como algo menor. Sus consecuencias pueden determinar no sólo la calidad de vida, sino que la vida misma en una persona mayor, por lo que los esfuerzos de médicos y familias deben orientarse a combatirla de la mejor manera posible.
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