Antonio Kovacevic
Socio de PENSUM y director de Rompecabeza Digital
Como profesor y consultor en estrategias de negocios he podido apreciar, con el transcurso de los años, las características de un buen estratega. Se trata de una persona visionaria, que siempre está pensando, imaginando y soñando en un futuro mejor.
Dentro de este rol estuvo el expresidente Sebastián Piñera, debido a los aspectos que demostró en diversos proyectos e iniciativas que llevó adelante como Jefe de Estado.
Su característico optimismo, de acuerdo a quienes lo conocieron, redundó en que siempre creía que había una mejor salida para Chile. El respaldo que le dio al programa Start-Up Chile -que ha sido emulado en varios países del mundo- y a la Agenda de Impulso Competitivo fueron iniciativas claramente visionarias, apuntando a un país sin barreras que limitan la competencia.
Un buen estratega es curioso, busca ideas y proyectos en forma incansable. En su discurso de lanzamiento del programa Start-Up Chile, señaló que “la suerte no es al azar: tiene más suerte el que se levanta más temprano y trabaja más duro.” “Si no seguimos innovando, si no seguimos emprendiendo, nos vamos a estancar. Y, en el mundo moderno, estancarse es lo mismo que retroceder”, agregó en aquella oportunidad.
Un buen estratega es ambicioso. A las personas que piensan estratégicamente no les basta con hacer una que otra cosa más. Son personas inteligentes, y como tales, tremendamente ambiciosas.
Al expresidente Piñera se le atribuye una enorme cantidad de proyectos e ideas, como el Consejo Fiscal Autónomo, el lanzamiento de la tecnología 5G, los cables submarinos, los Liceos Bicentenario, el rescate de los 33 mineros, la creación de los CEOL (Contratos de Explotación y Operación del Litio) y muchas otras más.
Un estratega correcto es también un gran ejecutor. De nada sirve lo anterior si es que no implementamos. Y en este ámbito, Piñera tuvo una de sus capacidades más reconocidas por partidarios y detractores: una gran capacidad para ejecutar. Según algunos de sus excolaboradores, él siempre se preocupaba que la ejecución fuera impecable hasta en los más mínimos detalles. Para muchos, se trató de alguien que fue más ejecutor que político, demostrando una gran capacidad de síntesis y de búsqueda de la mejor manera de implementar las ideas.
Los estrategas piensan en grande y lo hacen de manera distinta, pero siempre con un sentido pragmático, haciendo que las cosas efectivamente ocurran y de buena forma. Cuando se cumple un mes de la trágica muerte del exmandatario, dar notoriedad a su figura en cuanto estrategia permite poner en perspectiva una de sus cualidades más efectivas, que puso en dos oportunidades al servicio de la más alta responsabilidad de Estado.
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