Un árbol es capaz de absorber 21 kilos de CO2 durante toda su vida, mientras que la ballena, en general, “secuestra” alrededor de 33 toneladas de CO2. “Es decir, el beneficio de los árboles versus las ballenas, se compara a una escala de 1 en 30.000”, explica Matías Crisóstomo, académico de Ingeniería en Gestión de Expediciones y Ecoturismo de la Universidad San Sebastián. Fuentes como el Fondo Monetario Internacional, WWF y otros relacionados han intentado valorizar el servicio ecosistémico de las ballenas de modo que se logre concientizar sobre la protección y conservación de estas especies.
Curiosidades sobre las ballenas
Aporte por medio del “secuestro de carbono”: Corresponde a la remoción de CO2 de la atmósfera y su almacenamiento en sumideros ecológicos. De acuerdo con Crisóstomo, especialista en Ambientes Acuáticos, las ballenas actúan a modo de “paraguas”, ya que gracias a ellas pueden vivir muchas especies más, lo que impacta directamente en la proliferación o creación de nuevas especies. “Para 2050 se proyecta que 9 billones de personas se alimenten del océano. Por lo tanto, si hacemos la conexión, la ballena es una de las principales especies para nuestra supervivencia como humanos”, asevera.
A mayor longevidad, mayor absorción de carbono: El experto de la USS, señala que el aporte que generan estos cetáceos lo realizan durante toda su vida. “Mientras más longevas sean, más carbono van a secuestrar”, afirma. Asimismo, “con la aplicación de nuevas medidas de protección, se ha monitoreado que las ballenas están volviendo a su tamaño natural”. Además, el mar no tiene límites o barreras. “Las ballenas viajan 25 mil kilómetros al año durante sus migraciones y, en el trayecto, llevan consigo esos nutrientes y los van arrastrando a otros lugares del mundo, donde hay menos comida o donde simplemente no hay”, cuenta Crisóstomo.
Beneficio a través de las heces: Por más increíble que suene, las heces de las ballenas son ricas en hierro, fósforo y en nitrógeno. “Esto genera la proliferación del fitoplancton que, a su vez, es el encargado de producir el 50% del oxígeno que nosotros respiramos, y que capta cerca del 40% del CO2 del medio atmosférico”, revela el académico. Por lo tanto, la ballena permite que otros organismos también puedan secuestrar carbono del ambiente, “dando paso a la aparición de nuevos peces y más grandes, que se alimentan dando paso a la creación de una cadena trófica o ecosistema”, indica Matías.
Nutriendo el ecosistema incluso cuando muere: Cuando este mamífero acuático muere, se va al fondo del mar, y dicha descomposición de carbono también ayuda a los animales marinos que viven en ese nivel de aguas, haciendo posible su subsistencia, explica.
Política internacional
Cada país es soberano en cuanto al uso de aguas, por ende, la protección y conservación no depende del organismo internacional. Aun así, existen sociedades como la Comisión Internacional de las Ballenas, encargada de preservar la especie. También existen ciertos estudios que tratan de rastrear el traslado de las ballenas para evitar sus coaliciones con los barcos. “Probablemente cuando uno ve a una ballena varada, es porque ha sufrido un ataque o una colisión”, finaliza el académico.
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